Ya en el siglo XVIII, Isaac Newton intuyó que la forma de la Tierra no era la de una esfera perfecta, sino que tendría que estar ensanchada en el ecuador y achatada en los polos geográficos por efecto de la rotación. Según ello la Tierra es un
esferoide o elipsoide de revolución.
En su elaboración de la Teoría de Gravitación
Universal, Newton ya se dio cuenta de que en La Tierra, a consecuencia de su movimiento
de rotación y según su Ley de atracción, cada
partícula de masa m a diferente distancia del eje, estaría expuesta a una diferente
Fuerza Centrípeta, ya que describe un movimiento circular uniforme de diferente
radio alrededor del eje de rotación de La Tierra.
Pero, ¿cuál es la necesidad de estudiar las dimensiones de la Tierra? Bueno, va más allá del dominio espacial, el establecimiento y duración de rutas comerciales. Tiene que ver con la elaboración de hipótesis geofísicas sobre la estructura interna terrestre. Eso explica porque la geodesia -ciencia que estudia la forma y dimensiones de la Tierra- es una rama de la geofísica.
El conocimiento de la estructura interna terrestre es de interés para conocer o comprender la dinámica de los sismos, la localización de yacimientos minerales, entre otros asuntos de ingeniería.
Para conocer la estructura interna de la Tierra se requiere principalmente conocer dos hechos: el campo gravitatorio terrestre y la forma de la Tierra.
En la primera mitad del SXX, el modelo tomado como referencia para describir la forma de la Tierra era el
elipsoide de revolución o esferoide, el cual aún sirve para la topografía respecto a representar grandes extensiones de terreno en un plano, proceso que forma parte de la labor cartográfica.