domingo, 21 de febrero de 2016

Por qué los números no le hacen justicia al descubrimiento de las ondas gravitacionales de Einstein

"Es extraordinario, realmente lo es", no paraba de repetir este jueves Jim Hough, un cazador de ondas gravitacionales de la universidad de Glasglow, en Escocia.

Este científico asistió a la rueda de prensa del National Press Club en Washington para ser testigo del anuncio en el que finalmente informaban sobre la última constatación que quedaba por hacer de las teorías de la relatividad de Albert Einstein.

Estas ondas que muestran cómo los objetos hacen que el espacio-tiempo se curve venían de la fusión de dos agujeros negros de un "tamaño mediano".

Quizás en papel, este descubrimiento parece simple. Pero es cuando intentas imaginar el escenario que se describió, cuando te vas hacia atrás.

Imagina dos monstruosos agujeros negros desacelerándose entre ellos en el espacio.

Uno tiene una masa de unas 35 veces la de nuestro Sol, el otro es de unas 30 veces.

En el momento justo antes de fusionarse, giran entre ellos varias decenas de veces por segundo.

Y entonces, se juntan para convertirse en uno, como ocurre con las burbujas de jabón.
E=mc2

David Reitze, director ejecutivo del Observatorio Avanzado de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales, conocido como LIGO, describió así el evento:

"Piensa en algo de unos 150 km de diámetro, con una masa 30 veces la del Sol, y aceléralo a la mitad de la velocidad de la luz. Ahora piensa en otro objeto que es 35 veces la masa del Sol y aceléralo a la mitad de la velocidad de la luz, y entonces colisiónalos".

"Esto es lo que vimos aquí", agregó. "Es alucinante".

En ese momento de unión, los agujeros irradian energía pura en forma de ondas gravitacionales, y pierden el equivalente a tres veces la masa de nuestro Sol.

La energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado, todo el mundo conoce la ecuación, aquí la vieron en acción.

Es esta tremenda liberación de energía y la deformación del espacio tiempo resultante, lo que los laboratorios de LIGO pudieron detectar, incluso cuando esto ocurrió a 1.300 millones de años luz de la Tierra.

1.000 especialistas, 80 centros y 15 países
Unos mil investigadores de 80 instituciones en 15 países están celebrando el momento. Y es fácil ver la razón de esta emoción que fue aumentando hasta el anuncio de hace algunas semanas.

Las ondas fueron detectadas casi simultáneamente en dos laboratorios a 3.000km de distancia.
La detección de la fusión de los agujeros negros se hizo el pasado 14 de septiembre a las 09:50:45 GMT.

Los interferómetros láser manejados por LIGO acababan de entrar en funcionamiento tras varios años de reformas para aumentar su sensibilidad.

Ni siquiera estaban en modo formal de observación científica.

Los especialistas todavía estaban revisándolos cuando los detectores recibieron la señal, una perturbación equivalente a alguien dándole un pequeño empujoncito a un equipo ultra silencioso por fracciones del ancho de un protón, la partícula en el corazón de todos los átomos.

El primero en detectarlo fue el laboratorio LIGO de Livingston, Luisiana.

A 3.000 kilómetros de distancia, el observatorio de Hanford, en el estado de Washington, recibió este golpe unos 7 milisegundos más tarde.

Los expertos están bastante seguros de la distancia del acontecimiento, no tanto con la ubicación; piensan que esta fusión de agujeros negros pudo ocurrir en el cielo del sur.

No hay comentarios:

Publicar un comentario